ANECDOTARIO
UN VIAJE RUTINARIO EN EL METRO
Practicamente todos los días utlilizo el metro para transportarme, tal vez como muchos de ustedes. Hace poco tuve la suerte de que un payasito se subiera al mismo vagón donde estaba yo. En ese momento pensé
-!ay! de seguro contará los mismos chistes que cuentan siempre, ni dan risa- pero después cambiaría totalmente mi opinión. Tenía puesto un pantalón de rayas negras y blancas algo sucio, una gorra blanca y una playera vieja. El maquillaje con polvo blanco cubria su rostro, los ojos resaltaban con delideador negro al rededor de ellos y su nariz roja ya desgastada por el uso contrastaba con todo lo demás; su apariencia no te hacía sentir confianza, pero al final la cosa cambió.
Todo lo que contaba lo hacía con mucha energía, además, se le acercaba a la gente sin miedo y trataba de hacerlos reír o por lo menos de que le respondieran con algún gesto (aunque mostraran molestía). En su mirada se reflejaba el hartazgo, que al final lo unía con los demás pasajeros, por qué aunque él iba de vagón en vagón al final sólo era un pasajero más del metro en busca de algo que lo ayudara a sobrevivir.
Apesar de la tristeza y el cansancio de su mirada logró alegrarme la tarde, ese momento fue el mejor de mi día, alguien completamente extraño me hizo reír hasta que me dolió el estómago. No todos los demás rieron igual, algunos se limitaron a sonreir, otros simplemente seguían con sus caras largas y los más amargados no dudaron ni un segundo hacer sus gestos de enojo.
El payasito me vio reír tanto que se despidió de mi con un beso en la mejilla. Después de los chistes y la confiancita que se tomó, noté que las caras de las personas estaban igual o peor; el cansasncio, el calor, la fatiga, la tardanza de la marcha del tren, etcétera; eran más fuertes que el performance del payasito.
Es difícil que alguien haga reír a otra persona y más si vas en el metro donde cada persona se sumerge en sus pensamientos, tal vez el hartazgo que se siente al estar en un lugar repleto de gente desconocida que "invade tu espacio" empujándote, pegándote algunas veces o hasta tirándote al suelo sea mayor que un tipo vestido de payaso que pretende hacerte reír solo por un momento.
Esta es solo una pequeña anécdota en la que me sorprende lo difícil que es vivir en esta ciudad cada día es una rutina que cada vez pesa más, he escuchado a la gente, gracias a que dentro de los vagones vas encima del otro, que ya están hasta la madre de lo mismo a diario.
Jaja recuerdo ese día fue divertido
ResponderEliminarMe agradó pero siento que le hace falta un poco más de detalle, por ejemplo, que cuentes un poco cómo era el payasito.
ResponderEliminarSI LO SÉ ESO FALTA LO ARREGLARÉ PARA QUE SE VEA MÁS CHIDO HARÉ MIS VIDEÍNES OJOJOJO
ResponderEliminar